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sábado, 29 de diciembre de 2012

Sonido y Poesía I : Murray Schafer y Federico García Lorca




Un señor llamado Murray Schafer, canadiense, compositor y educador musical, nacido en el 30, ha revolucionado la pedagogía de la música. En uno de sus libros, -"Cuando las palabras cantan"-, leí por primera vez un haiku .


Ha escrito libros que revolucionan nuestra manera de conectarnos con el sonido, con la música...libros que no sólo sirven a los educadores musicales (¡y cómo!), sino también a todas las personas capaces de vincularse e interesarse por el universo sonoro.

"El rinoceronte en el aula", "Cuando las palabras cantan", "El compositor en el aula", "El nuevo paisaje sonoro" y "Hacia una Educación sonora" no hacen más que despertarnos, que asombrarnos; como suele decirse, que "abrirnos la cabeza".

En todos ellos, o casi todos, encontramos ejercicios para realizar, tanto solos como en grupo, tanto en el ámbito de una clase como en el de la ciudad o en medio de la naturaleza.

Todos sus textos son maravillosamente interdisciplinarios; en ellos se articulan  lo sonoro con lo poético y lo pictórico,  lo científico y lo filosófico, lo experimental...

Una de sus obsesiones es el concepto de "paisaje sonoro" (soundscape), que no es más que la invitación permanente a escuchar todo cuanto nos rodea, captando sus particularidades, permaneciendo sensibles y atentos a todos los detalles... Y esta actitud inevitablemente nos va a conducir a otro de sus grandes tópicos: la contaminación sonora...Cómo unos sonidos anulan a otros, lo sagrado vibrando en el sonido y en el silencio, la función que ambos cumplen en nuestra vida y en cada sociedad.


Las siguientes frases están tomadas de la traducción del audio de la conferencia "Nunca vi un sonido" (http://www.archivosonoro.org/?id=257)

"La orquesta mundial está tocando permanentemente. La oímos de adentro y de afuera; de cerca y de lejos.
No existe el silencio para los vivos.
No tenemos párpados en los oídos.
Estamos condenados a oír.
Oigo con mi pequeño oído …"

“En el momento en que oigas el grito de la grulla inicia la plantación de invierno” (Hesíodo: Trabajos y días).


Dice R.Murray Schafer en su libro "Hacia una Educación Sonora": "las modernas sociedades "civilizadas" han perdido gran parte del poder evocativo del sonido al permitir que éste se convirtiera en tema u objeto científico.Por ejemplo, un eco puede ser explicado técnicamente, pero la satisfacción que experimentamos al oír nuestra propia voz regresando por el aire hasta nosotros siempre nos parecerá cercano a la magia." (...)

"En tiempos remotos, los lugares donde los sonidos producían ecos extraños y resonancias eran a menudo considerados sagrados.Nunca olvidaré la visita a la mezquita de Shah Abbas en Isfahan, donde, justo debajo de la cúpula principal, se podían escuchar siete ecos, mientras que a un paso del centro, en cualquier dirección, no existe eco alguno.A menudo los edificios con techos en forma de curva parabólica producirán extraños efectos sonoros, formados de pequeños sonidos tales como susurros, que llegan desde muy lejos. He escuchado efectos como estos incluso en las estaciones de subte modernas y debajo de los puentes. Una habitación con las paredes demasiado pulidas retendrá un sonido durante un largo tiempo.El hueco debajo de la escalera es a menudo un lugar para largas reverberaciones." 





Y leyendo a Federico García Lorca es posible apreciar cómo muchos años antes de que el gran Murray acuñara su concepto de "paisaje sonoro", ya el multifacético y genial Federico lo estaba utilizando, a pura intuición y sensibilidad.En toda la obra de Lorca es posible encontrar onomatopeyas, apelaciones al mundo sonoro, sonsonetes, cancioncillas infantiles, etc.

Federico García fue músico, querido discípulo y amigo personal de Manuel de Falla; y esa sensibilidad musical está presente en toda su obra, no sólo poética, sino narrativa y ensayística (como se puede apreciar en su conferencia "Las nanas infantiles", interesantísima tanto desde el punto de vista del recopilador de tonadas y coplas populares, como de quien capta y transmite toda una idiosincrasia a través de lo que se les canta a los niños.Todo esto escrito con entrañable ternura).

El siguiente "paisaje sonoro", está tomado de "Granada", una de las postales exquisitamente plasmadas por el joven Federico en  "Impresiones y paisajes" (1918)...Aquí están presentes todos los matices sonoros que el poeta se esfuerza en traducir tras ser percibidos por su sensibilidad: lo melódico, lo armónico...lo agudo y lo grave, lo suave y lo fuerte...el silencio, y sobre todo, lo tímbrico, (eso que Schafer llamaría "la personalidad del sonido").

El "color" de los sonidos,- tema que obsesionó a músicos y artistas diversos como a Xul Solar y a Scriabin-, y también el cambio, la transformación del paisaje sonoro con el sucederse de las distintas horas del día, desembocando en la nocturnidad : todos estos elementos están presentes en este Albaicín sonoro...
Lorca capta aquí,-en "su" Granada-, algo espiritualmente familiar al pintor argentino Fernando Fader cuando realiza la famosa serie "La vida de un día", partiendo de un mismo paisaje en las sierras cordobesas, alumbrado por las distintas luces del mismo devenir.
Vayan pues estos sonidos, desde la Alhambra sentida auditivamente por el poeta, a nuestros oídos

IV
Sonidos

A María Luisa Egea. Bellísima, espléndida y genial... Con toda mi devoción 

Desde los cubos de la Alhambra se ve el Albaicín con los patios, con galerías antiguas por las que pasan monjas. En las blancas paredes de los claustros están los vía crucis. Junto a las celosías románticas de los campaniles los cipreses mecen lánguidamente su masa olorosa y funeral... Son los patios soñadores y umbrosos... 

En medio del gran acorde macizo del caserío los conventos ponen su ambiente de tristeza. 

Es algo misterioso que atrae y fascina, la visión del Albaicín desde esta fortaleza y palacio de la media noche... Y el panorama, con ser tan espléndido y extraño, y tener esas voces potentes de romanticismo, no es lo que fascina. Lo que fascina es el sonido. Podría decirse que suenan todas las cosas... Que suena la luz, que suena el color, que suenan las formas. 

En los parajes de intenso sonido como son las sierras, los bosques, las llanuras, la gama musical del paisaje tiene casi siempre el mismo acorde que domina a las demás modulaciones. En las faldas de la Sierra Nevada, hay unos recodos deliciosos de sonidos... Son unos sitios en donde de los declives macizos mana un sonido de perfume agreste melosamente acerado. 

En los mismos bosques de pinos, entre el olor divino que exhalan, se oye el manso ruido del pinar, que son melodías de terciopelo aunque sople aire fortísimo, modulaciones mansas, cálidas, constantes..., pero siempre en la misma tesitura... 

Eso es lo que no tiene Granada y la vega oídas desde la Alhambra. Cada hora del día tiene un sonido distinto. Son sinfonías de sonidos dulces lo que se oye... Y al contrario que los demás paisajes sonoros que he escuchado, este paisaje de la ciudad romántica modula sin cesar. 

Tiene tonos menores y tonos mayores. Tiene melodías apasionadas y acordes solemnes de fría solemnidad... El sonido cambia con el color, por eso cabe decir que éste canta. 

El ruido del Dauro es la armonía del paisaje. Es una flauta de inmensos acordes a la que los ambientes hicieran sonar. Desciende el aire con su gran monotonía cargado de aromas serranos y entra en la garganta del río, éste le da su sonido y lo entrecruza por las callejas del Albaicín por las que pasa rápido dando graves y agudos...; luego se extiende sobre la vega y al chocar con sus sones admirables y con las montañas lejanas y con las nubes, forma ese acorde de plata mayor que es como una inmensa nana que a todos nos duerme voluptuosamente... En las mañanas de sol hay alegrías de música romántica en la garganta del Dauro. Podría decirse que canta en tono mayor el paisaje... Hay mil voces de campanas que suenan de muy distinta manera. 

Algunas veces claman en tono grave las campanas sonoras de la Catedral, que llenan los espacios con sus ondas musicales... Éstas se callan y entonces les contestan varios campanarios albaizineros que se contrapuntan espléndidamente. Unas campanas vuelan como locas derramando pasión bronceada hasta fundirse a veces con el sonido del aire en un hipar anhelante... Otras, viriles, fugan sus sonidos con las lejanías..., y una más reposada y devotamente, llena de unción sacerdotal llama a rezar muy despacio, con aire cansado, con la filosofía de la resignación... Las otras campanas que volaban locas de apasionada alegría se callan de repente pero la campana reposada sigue con aire de reproche..., ella es la vieja que reza..., y riñe a las jóvenes por sus anhelos que nunca tendrán realidad... Seguramente aquellas campanas que habían sonado como locas de entusiasmo hasta morirse de sonido, las habían echado a volar, o los acólitos traviesos de las parroquias..., o las novicias juguetonas y asustadizas de algún convento, que tienen ansia de reír, de cantar..., y es casi cierto que esta campana que llama a rezar quejumbrosamente la tañe algún viejo sacristán lleno de manchas de cera..., o alguna monja que la muerte olvidó, que espera en el convento la herida de la guadañadora... Hay silencios magníficos en que canta el paisaje... Después claman otra vez las campanas de la Catedral, las otras glosan lo que dijo la maestra..., y como final de sinfonía hay un gracioso e infantil ritornello de esquilín..., que después de su melodía agudísima se va apagando poco a poco en un morendo delicado, como no queriendo terminar..., hasta que acaba en una nota rozada que apenas se oye. ¡Son magníficas, son maravillosas, son espléndidas y múltiples las sinfonías de campanas en Granada! 

La noche tiene brillantez mágica de sonidos desde este torreón. Si hay luna, es un marco vago de sensualidad abismática lo que invade los acordes. Si no hay luna..., es una melodía fantástica y única lo que canta el río..., pero la modulación original y sentida en que el color revela las expresiones musicales más perdidas y esfumadas, es el crepúsculo... Ya se ha estado preparando el ambiente desde que la tarde media. Las sombras han ido cubriendo la hoguera alhambrina... La vega está aplanada y silenciosa. El sol se oculta y del monte nacen cascadas infinitas de colores musicales que se precipitan aterciopeladamente sobre la ciudad y la sierra y se funde el color musical con las ondas sonoras... Todo suena a melodía, a tristeza antigua, a llanto. 
Resbala una pena dolorosa e irremediable sobre el caserío albaizinero y sobre los soberbios declives rojos y verdes de la Alhambra y Generalife..., y va cambiando sin cesar el color y con el color cambia el sonido... Hay sonidos rosa, sonidos rojos, sonidos amarillos y sonidos imposibles de sonido y color... Después hay un gran acorde azul..., y empieza la sinfonía nocturna de las campanas. Es distinta de la de la mañana. El apasionamiento tiene gran tristeza... Casi todas, suenan cansadas, llamando al rosario... Canta muy fuerte el río. Las luces parpadeantes de las callejas albaizineras, ponen temblores dorados en las negruras de los cipreses... Lanza la Vela su histórica canción... En las torres, se ven lucecillas miedosas que alumbran a los campaneros... 

Silba el tren a lo lejos.



2 comentarios:

  1. sería bueno indicar expresamente la procedencia de los textos originales con más detalle.

    cordialmente, lobaesteparia

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  2. Estimada lobaesteparia: la procedencia de los textos originales está indicada, excepto en este párrafo (cosa que corregiré ahora mismo):"La orquesta mundial está tocando permanentemente. La oímos de adentro y de afuera; de cerca y de lejos.
    No existe el silencio para los vivos.
    No tenemos párpados en los oídos.
    Estamos condenados a oír.
    Oigo con mi pequeño oído …"

    “En el momento en que oigas el grito de la grulla inicia la plantación de invierno” (Hesíodo: Trabajos y días).La procedencia es la traducción del audio que consta en este enlace:
    http://www.archivosonoro.org/?id=257
    gracias por la correción.El resto de los textos citados (tanto de Schafer como de Lorca, aparecen en el texto).
    Cordialmente, Claudia

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